ETAPAS DEL DESARROLLO HUMANO



Desde la perspectiva del ciclo vital, para lograr un buen ajuste y una óptima madurez, es necesario satisfacer ciertas necesidades o metas básicas del desarrollo y dominar ciertas tareas que van a presentarse en cada etapa para poder alcanzar un desarrollo normal. 

En conjunto, los principios fundamentales desde el enfoque del desarrollo del ciclo vital son: 

1. El desarrollo humano es un cambio que dura toda la vida. Cada etapa tiene valores y características propias y recibe la influencia de cómo se resolvió la anterior. 

2. El desarrollo es multidimensional. Interactúan, cada una a su ritmo, variables biológicas, psicológicas y sociales. 

3. El desarrollo es multidireccional. Avanzar en un área, no implica crecer en todas las demás y, por supuesto, perder en un ámbito no significa perder en todos. Incluso se puede perder en una y avanzar en otra. Posiblemente con la edad se incrementen algunos atributos nuevos, como la competencia. 

4. El equilibrio entre la influencia relativa de la biología y la cultura cambia a lo largo del ciclo vital. Las capacidades biológicas se debilitan con los años, mientras las habilidades adquiridas gracias a la cultura en la que se ha desarrollado la persona, si son buenas pueden compensar ese deterioro. 

5. El desarrollo implica modificar la distribución de los recursos, que pueden utilizarse para el crecimiento, para el mantenimiento o para la perdida cuando las dos anteriores no son posibles. En la vejez los gruesos de los recursos se destinan a regular las perdidas. 

6. El desarrollo es plástico. Casi todas las capacidades mejoran con la práctica, incluso en edades avanzadas, aunque con límites. 

7. El contexto histórico y cultural influyen en el desarrollo. Los humanos no solo influyen, sino que son influidos por el contexto en el que se han desarrollado. 

En la etapa prenatal ya se desarrollan las capacidades de aprender, recordar y responder a la estimulación sensorial. Se forman las estructuras y órganos básicos del cuerpo; comienza el crecimiento acelerado del cerebro. Ocurre el mayor crecimiento físico de todo el ciclo vital. 

Del nacimiento hasta los tres años, se desarrollan las capacidades de aprender y recordar. Se desarrolla rápidamente la comprensión y uso del lenguaje, así como la autoconciencia. Se produce el cambio de la dependencia a la autonomía. 

De los tres a los seis años, el autoconcepto y la comprensión de las emociones se hacen más complejos; la autoestima es global. Aumentan la independencia, iniciativa y el autocontrol. Se consolidan la memoria y el lenguaje. La inteligencia se hace más predecible. 

Entre los seis y los once años, tiempo al que denominamos “niñez media”, comienza a manifestarse el pensamiento lógico y se produce un deslizamiento gradual desde la influencia de la opinión de los padres hacia la de los amigos. En general, el estado de salud es mejor que en cualquier otro momento vital. El último tramo de este periodo se denomina pubertad. 

De los 11 a los 20/23 años se atraviesa el periodo de la adolescencia. Son años de cambios generalizados y profundos. Se presenta la madurez reproductiva, la capacidad de pensamiento abstracto y de razonamiento científico, aunque persiste la inmadurez del lóbulo frontal del cerebro. El grupo de amigos tienen un papel principal en la formación de la identidad, objetivo central de esta etapa. Se enfrentan al mundo laboral o de estudios superiores, lo que exige una cierta muestra de madurez cognitiva que les permita tomar decisiones importantes. 

Una vez que se abandona la adolescencia, y hasta los 40 años más o menos, entramos en la adultez temprana, donde la condición física alcanza su máximo nivel para ir disminuyendo ligeramente, y donde los estilos de vida que elijamos van a tener una notable influencia en nuestro nivel de salud. El pensamiento adquiere un alto nivel de complejidad y los rasgos de personalidad ya son evidentes y estables. Es la etapa en la que normalmente se establecen relaciones de intimidad. 

La adultez media se da entre los 40 y los 65 años. Las capacidades sensoriales comienzan un lento declive, al igual que el vigor físico y la resistencia. Aunque comienza a ser evidente las grandes diferencias entre los individuos. Las habilidades mentales llegan a su nivel máximo y la capacidad de resolución de problemas y la competencia se elevan.  La creatividad puede mermar, pero aumenta su calidad. Es el momento en que se puede alcanzar el éxito profesional, o el cambio en el trabajo en caso de no alcanzarlo. A la responsabilidad de ayudar a los hijos, se suele sumar la de cuidar de los padres, situación que puede causar tensiones y agotamiento. 

A partir de los 65 años, entramos en los que se denomina la adultez tardía. En general, se produce un declive progresivo en la salud y las capacidades, sobre todo en la memoria. El cese de actividad laboral ofrece nuevas opciones en la forma de gastar el tiempo. Cada persona desarrolla sus propias estrategias con las que afrontar las perdidas y la cercanía a la propia muerte, que pueden ser más o menos flexibles dependiendo de las habilidades y competencias adquiridas a lo largo de las etapas anteriores.  Las relaciones familiares y de amistad cobran una importancia central, así como la autovaloración de su historia vital. 

A medida que las personas envejecen, tienden a buscar actividades y la compañía de personas que les proporcionen gratificación emocional. Además, la mayor habilidad de los adultos mayores para regular sus emociones puede explicar su tendencia a ser más felices y alegres que los adultos tempranos y a experimentar emociones negativas con menos frecuencia y de manera más fugaz. 

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