martes, 9 de diciembre de 2025

¿Qué pasa después del silencio? consecuencias profundas y recuperación tras la violencia de género

Los efectos de la violencia de género en la mujer superviviente: físicos, sociales, mentales y económicos — un enfoque práctico y basado en la evidencia

La violencia de género, cuando se produce, no sólo causa un daño en la víctima que sea inmediato (golpes, insultos, etc). Sus efectos en las víctimas van a permanecer en el tiempo y afectarán a todos los ámbitos de la vida de la mujer superviviente: a su cuerpo, su mente, sus relaciones y su autonomía económica. 

En este artículo desglosáremos los diferentes tipos de maltrato (seguro que las conocemos, pero nunca está de más recordarlas), las consecuencias en las diferentes áreas vitales de las mujeres, el pronóstico de su recuperación y las intervenciones terapéuticas y de apoyo que, a día de hoy, cuentan con un mayor respaldo científico. 

1. Repasando las diferentes formas de maltrato hacia la mujer

La violencia de género puede presentarse de formas diversas, y no es extraño que a menudo coexistan varios tipos de maltrato en una misma relación:

  • Violencia física: golpes, empujones, estrangulamiento, uso de armas.

  • Violencia sexual: violación, coerción sexual, abuso sexual en pareja o fuera de ella.

  • Violencia psicológica/emocional: insultos, humillaciones, amenazas, control coercitivo, gaslighting, acoso.

  • Violencia económica: control del dinero, impedir trabajar,  contratación degradante, endeudamiento forzado.

  • Violencia social: aislamiento intencional, difamación, control sobre relaciones sociales y familiares, acoso laboral.

  • Violencia digital: vigilancia, difusión de imágenes íntimas sin consentimiento, control por redes.

  • Violencia vicaria: daño dirigido a personas queridas (hijos/as, familiares) para herir o controlar a la mujer.

  • Maltrato institucional: respuestas inadecuadas o revictimizadoras por parte de servicios de salud, justicia o sociales.

Es crucial valorar la multiplicidad de formas en las que una mujer puede estar siendo victimizada y que desemboca en el fenómeno del maltrato acumulado (exposición repetida o a varios tipos simultáneamente), que agrava el impacto, la posibilidad de salir de la situación de maltrato y la capacidad de recuperación de la víctima.

2. Consecuencias del maltrato, más allá de lo visible

A continuación veremos con detalle, algunas de las consecuencias más frecuentes que pueden estar afectando a la mujer que es víctima de violencia de género, o que ha pasado por la experiencia de haberla sufrido. Estas consecuencias suelen interaccionar entre ellas y pueden mantenerlos 

2.1 Algunos de los efectos físicos son:

  • Lesiones agudas: contusiones, fracturas, quemaduras, traumatismos craneoencefálicos.

  • Secuelas somáticas crónicas: dolor musculoesquelético persistente, cefaleas, fatiga crónica, trastornos gastrointestinales funcionales (síndrome del intestino irritable), fibromialgia.

  • Problemas ginecológicos y reproductivos: dolor pélvico, dispareunia, embarazos forzados o no deseados, abortos, complicaciones obstétricas.

  • Riesgos neurológicos: daño por traumatismo craneal (incluido estrangulamiento), que puede producir déficits cognitivos, mareos, problemas de memoria y concentración.

  • Enfermedades crónicas exacerbadas: hipertensión, problemas cardiometabólicos y enfermedades inmunológicas que se agravan por estrés crónico.

  • Conductas de riesgo sanitario: consumo de tabaco, alcohol o sustancias como estrategias de afrontamiento; diagnóstico tardío o abandono de tratamientos médicos por miedo o control.

2.2  A nivel mental y emocional: 

  • Trastornos relacionados con trauma: trastorno de estrés postraumático (TEPT) y trastorno de estrés postraumático complejo, , trastorno de estrés agudo, síntomas disociativos.

  • Trastornos afectivos y de ansiedad: depresión mayor, trastornos de ansiedad generalizada, ataques de pánico.

  • Ideación y conductas suicidas: riesgo aumentado especialmente cuando hay historial de abuso sexual, aislamiento y comorbilidad psiquiátrica.

  • Dificultades cognitivas y neuropsicológicas: problemas atencionales, de memoria y en la toma de decisiones, que pueden tener su origen en el estrés crónico o en lesiones cerebrales.

  • Trastornos del sueño y apetito: insomnio, pesadillas, pérdida o aumento de apetito con impacto en el peso y en la falta de energía.

  • Problemas en la regulación emocional: ira, hipervigilancia, anhedonia, vergüenza, baja autoestima.

  • Uso problemático de sustancias como intento de autotratamiento.

2.3  Y a nivel social y  de las relaciones

  • Aislamiento social: ruptura de redes de apoyo, pérdida de amistades o del contacto familiar.

  • Estigmatización y culpabilización: por parte de la comunidad o incluso profesionales; revictimización.

  • Relaciones parentales y filiales: impacto en la crianza, transmisión intergeneracional de trauma, efectos en el vínculo con hijos/as (miedo, sobreprotección o desconexión).

  • Dificultades laborales y académicas: absentismo laboral, pérdida de rendimiento, despido, imposibilidad de mantener un empleo.

  • Vulnerabilidad a nuevas situaciones de abuso: por dependencias económicas o ruptura de redes protectoras.

2.4  También impacta en la economía

  • Pérdida de ingresos y empobrecimiento: despidos, reducción de jornada forzada, imposición de deudas.

  • Deuda y precariedad: control del dinero, endeudamiento por parte del agresor, falta de acceso a recursos financieros.

  • Barreras para rehacer la vida laboral: carencia de documentación, falta de referencias, baja empleabilidad por brechas laborales o deterioro de salud.

  • Dependencia económica como factor de mantenimiento de la violencia: dificulta la salida y la sostenibilidad fuera de la relación.

3. Factores que modulan el impacto y el pronóstico de recuperación

La recuperación se parece a montar en una montaña rusa. No es lineal, ni igual para todas las mujeres, pero sí podemos deducir de los estudios llevados a cabo que existe una serie de factores que de estar presentes, anuncian un mejor pronóstico, así como si en su lugar aparecen otro tipo de factores, lo que indican es un aumento en la dificultad de la recuperación. Veamos:

Factores que empeoran el pronóstico

  • Cronicidad y severidad del abuso (exposición prolongada y gravedad).

  • Polivitimización (exposición a varios tipos de violencia a la vez).

  • Estrangulamiento o traumatismo craneoencefálico (riesgo de secuelas neurológicas persistentes).

  • Falta de redes de apoyo o presencia de revictimización institucional.

  • Problemas económicos que impiden la autonomía /dependencia).

  • Comorbilidad psiquiátrica previa o consumo problemático de sustancias.

  • Presencia de violencia hacia hijas/os (vicaria), lo que añade un factor de control y trauma.

Factores que mejoran el pronóstico 

  • Acceso rápido a intervención segura y basada en evidencia (terapia específica para trauma).

  • Red de apoyo social estable y presente (familia, amistades, grupos de apoyo).

  • Empoderamiento y recursos económicos (acceso a un empleo, formación, seguridad financiera).

  • Atención sanitaria y jurídica coordinada y sensible al trauma.

  • Intervenciones tempranas tras el incidente traumático.

¿Qué esperar en términos temporales?

No hay recetas universales: algunas mujeres muestran una mejora significativa en pocos meses cuando se aplica una intervención adecuada; otras en cambio,  pueden presentar síntomas crónicos que requieren de una intervención más a largo plazo y un abordaje multidisciplinar. 

El objetivo clínico debe ser realista y buscar la reducción del sufrimiento, la mejora del funcionamiento a todos los niveles y la recuperación de la autonomía, más que una receta mágica que proporcione una“curación inmediata”.

4.  Intervención psicológica en consulta. 

Es absolutamente necesaria una estructura muy definida, especializada y centrada en cada caso en concreto y sus particularidades, para iniciar una intervención con mujeres que han vivido esta experiencia traumática, prestando especial atención a los siguientes puntos:
  • Seguridad ante todo: evaluar riesgo actual (violencia en curso, amenazas, acceso a armas, estrangulamiento, riesgo suicida).

  • Historia detallada de la violencia: tipos, cronología, frecuencia, perpetrador/es, contexto familiar y social. 

  • Valoración de síntomas psiquiátricos y somáticos: evaluarla presencia de depresión, ansiedad, TEPT; screening para consumo de sustancias; exploración física y derivación médica si procede.

  • Evaluación funcional: empleo, vivienda, recursos económicos, custodia de hijos/as.

  • Protección y recursos: plan de seguridad, opciones legales y sociales, consentimiento informado para el registro de información.

  • Registro y documentación forense cuando corresponda (siguiendo protocolos legales y éticos).

5. Tratamientos psicológicos y otras ayudas (con evidencia científica) 

A continuación, haremos un repaso por las intervenciones con mayor respaldo empírico y cómo integrarlas en consulta. Insisto en apuntar de nuevo, que cada caso exige una formulación individualizada y, en muchas ocasiones, puede resultar adecuado combinar diferentes técnicas y tipos de abordajes.

5.1 Psicoterapias basadas en trauma (alto nivel de evidencia para síntomas de TEPT y trauma complejo)

  • Terapia cognitivo-conductual centrada en el trauma (TF-CBT / Cognitive Processing Therapy — CPT / Prolonged Exposure — PE): eficaz para TEPT y síntomas asociados; trabaja reestructuración cognitiva, exposición segura a recuerdos traumáticos y manejo de evitación. Indicada cuando la persona está en condiciones de seguridad suficiente.

  • EMDR (Desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares): múltiples ensayos muestran reducción de síntomas traumáticos; efectiva en pacientes que pueden tolerar la activación emocional que la técnica genera. Personalmente, me preocupa que sea una técnica "de moda" dado que requiere una alta preparación y especialización de los terapeutas que la aplican, y que los efectos negativos de exponerse a una intervención que no cuente con un profesional adecuado, pueden ser poco deseables.

  • Terapia narrativa y Terapia de exposición prolongada en formatos adaptados: útiles si se integran con seguridad y psicoeducación.

Consideraciones clínicas: antes de aplicar una técnica, sería muy adecuado evaluar en la mujer el nivel de tolerancia a la exposición; priorizar seguridad y estabilización si hay amenaza continua, riesgo de autolesión o desregulación emocional severa.

5.2 Intervenciones de estabilización y regulación emocional

  • Terapias centradas en la regulación afectiva: entrenamiento en habilidades (por ejemplo, elementos de Terapia Dialéctico-Conductual) para pacientes con impulsividad, autolesiones o problemas de desregulación.

  • Intervenciones psicoeducativas y de afrontamiento: manejo del sueño, higiene, respiración, grounding para síntomas disociativos.

  • Tratamiento farmacológico: puede ser coadyuvante (ISRS para depresión y ansiedad, medicación para el insomnio o síntomas somáticos) — siempre individualizar y coordinar con psiquiatría.

5.3 Intervenciones grupales y apoyo psicosocial

  • Grupos de apoyo para supervivientes: reducen aislamiento, normalizan experiencias y fortalecen redes sociales.

  • Intervenciones basadas en empoderamiento económico: programas que combinan formación laboral, microcréditos y apoyo psicosocial pueden mejorar resultados y reducir dependencia (la evidencia indica beneficios cuando las intervenciones están integradas y con medidas de seguridad).

  • Intervenciones familiares o de pareja: sólo si la seguridad está garantizada y en contextos muy específicos (en general no recomendables si la violencia continúa).

5.4 Enfoque integral: coordinación sanitaria, social y legal

  • Modelos “one-stop” o servicios integrados (salud, asesoría legal, servicios sociales) facilitan el acceso y reducen revictimización.

  • Planeamiento de seguridad y medidas legales: derivación a servicios jurídicos, órdenes de protección, apoyo en trámites financieros y vivienda de emergencia.

  • Atención perinatal específica: embarazadas víctimas requieren coordinación obstétrica-psicológica por riesgos obstétricos y para el bienestar de madre-bebé.

5.5 Intervenciones culturales y adaptadas

  • Adaptaciones culturales y lingüísticas mejoran adherencia y eficacia.

  • Atención sensible al género, a la diversidad sexual y a factores étnicos/socioeconómicos.

6. Pasos y prioridades

  1. Evaluar y asegurar seguridad (si hay riesgo inminente activar recursos).

  2. Estabilización: manejo del sueño, alimentación, crisis suicida, consumo.

  3. Psicoeducación sobre trauma, normalización de reacciones, expectativas sobre recuperación.

  4. Plan de intervención psicológica informado por la formulación clínica: estabilización → intervención traumaterapéutica (TF-CBT/CPT/EMDR) → trabajo de empoderamiento y reinserción social.

  5. Derivar y coordinar: atención médica, servicios sociales, asesoría legal, empleo/educación.

  6. Evaluación continua del riesgo y del progreso: usar medidas estandarizadas para síntomas (escalas de TEPT, depresión, ansiedad) y adaptar el plan.

  7. Promover redes de apoyo y grupos como complemento terapéutico.

  8. Registrar y documentar respetando confidencialidad y normas forenses cuando proceda.

7. Principios importantes a tener en cuenta: 

  • Atención centrada en la persona y en el empoderamiento: respetar las decisiones autonómicas de la superviviente, incluso si decide no denunciar.

  • Confidencialidad y consentimiento informado — muy importante en contextos de violencia.

  • No revictimizar: evitar preguntas innecesarias; usar lenguaje validante y no culpabilizante.

  • Formación continua del personal: detección, cuidado de crisis y conocimiento de recursos comunitarios.

  • Trabajo interdisciplinar y respeto por la experiencia y preferencias culturales de la paciente.

8. Hay que poner la mirada en:

  • Falta aún investigación longitudinal amplia sobre recuperación a largo plazo en contextos socioeconómicos diversos.

  • Necesidad de estudios que integren resultados clínicos con indicadores de autonomía económica y calidad de vida.

  • Evaluaciones más rigurosas sobre intervenciones combinadas (psicológicas + económicas + legales) son prometedoras pero aún requieren evidencia sólida en distintas regiones.

9. Concluyendo...

La violencia de género produce un conjunto de secuelas complejas que requieren respuestas integradas, basadas en la evidencia y centradas en la seguridad y el empoderamiento de la mujer superviviente. 

Desde la consulta psicológica podemos ofrecer intervención terapéutica específica para el trauma, pero ello debe complementarse con medidas sociales, jurídicas y económicas que permitan una recuperación real y sostenible. 

No existe una "solución única": la práctica clínica rigurosa exige evaluación precisa, priorización de la seguridad, elección de terapias con respaldo científico y coordinación interdisciplinar. 

Como profesionales debemos cuestionar y mejorar sistemáticamente las respuestas institucionales para evitar la revictimización.

Sí este artículo ha resonado en tí, deja tu comentario y te leemos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué pasa después del silencio? consecuencias profundas y recuperación tras la violencia de género

Los efectos de la violencia de género en la mujer superviviente: físicos, sociales, mentales y económicos — un enfoque práctico y basado en ...