LA CRÍTICA PATOLÓGICA


Cuando hablamos de crítica patológica, nos referimos a esa voz interior que nos ataca y nos juzga. Todo el mundo la tiene, pero las personas con una baja autoestima la sufren con mayor frecuencia y agresividad que el resto.

Tiene su origen en nuestras primeras experiencias de socialización, cuando aprendemos de nuestros padres lo que se espera de nosotros y lo que no. El niño intuye de algún modo que su supervivencia depende de sus padres, y que el rechazo de estos puede tener consecuencias fatales para él. Por ello, cuando es regañado o castigado, siente una especial angustia. El episodio quedará guardado en su mente como un residuo emocional de tipo restrictivo. Es pues imposible crecer sin un cierto grado de desgaste, pues las situaciones de castigo son inevitables en el proceso de aprendizaje. Pero sí deberíamos poder suavizar estos efectos de la crianza una vez conocidas sus consecuencias.

Hay una serie de factores en la crianza muy importantes para lograrlo y que los padres deberían aprender a evitar:

1. Confundir cuestiones de gustos, necesidades personales, de seguridad o el buen juicio, con imperativos morales. Determinadas expresiones transmiten mensajes morales que traspasan las situaciones en las que se reciben. Lo que queda en el niño cuando la situación se olvida, es la sensación de maldad.

Ej: un niño que oye que es perezoso olvidara la situación por la que recibió dicha etiqueta, pero no el juicio moral que encierra.

2. No distinguir entre conducta e identidad. El niño no podrá aprender la diferencia entre lo que es y lo que hace. Cuando crezca, su voz crítica atacara tanto lo uno como lo otro. Cuando los padres han sido capaces de diferenciarlas, sus hijos adultos tendrán ataques de su voz crítica mucho más suaves y benignos.

3. La frecuencia de los mensajes negativos recibidos de los padres tiene un impacto negativo sobre los primeros sentimientos de valía. Una regañina no deja una fuerte huella, es la repetición continua lo que hace que se acabe creyendo aquello que se dice.

4. La inconsistencia de las prohibiciones. Al principio, causa confusión pero como necesitamos explicaciones lógicas, con el tiempo el niño deducirá que el problema no es lo que hace, si no él mismo quien es malo.

5. La vinculación de forma reiterada entre los gestos prohibitivos y la cólera o rechazo paternos. Una crítica acompañada por una dosis de ira o rechazo transmiten el mensaje: “el rechazo esta causado por tu maldad” y queda fuertemente impreso en la mente del niño.

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