sábado, 22 de noviembre de 2025

El rol de la mujer adulta en la construcción de comunidades más humanas

En la historia de la humanidad, la mujer adulta ha sido un pilar, tantas veces silencioso, pero fundamental en la creación de los vínculos sociales, en la transmisión de los valores y en la construcción de espacios de cuidado de los demás. 



En las últimas décadas, la psicología —especialmente las perspectivas feministas y los estudios sobre desarrollo adulto femenino— ha profundizado en una idea poderosa: las mujeres adultas no solo están protagonizando una evolución hacia la transformación de sí mismas, sino que transforman los entornos que habitan

Su rol no es únicamente un tema biológico o cultural, sino profundamente psicosocial: la mujer manifiesta una alta capacidad para sostener, nutrir y transformar las comunidades y sus grupos relacionales hacia modelos más humanos, y resilientes.

Familia, barrio, trabajo, organizaciones sociales… allí donde una mujer participa, se observa un potencial único para crear vínculos más empáticos, redes más sostenibles y espacios socialmente más saludables.

Este artículo explora ese rol desde una mirada científica pero cercana, poniendo el foco en la forma particular en las mujeres como elementos esenciales y transformadoras de la sociedad.

Dos autoras fundamentales, Carol Gilligan y Jean Baker Miller, mostraron que el desarrollo de las mujeres tiende a estar profundamente ligado a la relación con los demás, lo que significa que, a nivel sociocultural y psicológico, han desarrollado habilidades específicas para:

  • Aprender a leer las necesidades emocionales de su entorno.

  • Promover la cooperación cuando hay que hacer frente a la competencia.

  • Crear espacios de conversación y mediación de conflictos.

  • Aumentar el bienestar colectivo.

Estas competencias —muchas veces invisibilizadas— son esenciales para construir comunidades más humanas en un mundo que a menudo prioriza la productividad por encima del cuidado.

La adultez, especialmente entre las mujeres de hoy, es cada vez más común que se convierta en una etapa de integración interna, donde muchas mujeres:

  • Reevalúan sus roles.

  • Se cuestionan expectativas culturales.

  • Buscan mayor autenticidad.

  • Amplían su influencia social más allá del círculo íntimo.

A nivel psicológico, esto coincide con procesos de maduración en la identidad, en la conciencia social y en la regulación emocional. 

¿Cómo contribuyen las mujeres adultas a lograr el cambio hacia comunidades más humanas? 

Repasemos algunos aspectos fundamentales que favorecen el cambio impulsado por las mujeres que han llegado a la adultez:

La experiencia vital acumulada: Marcada por una trayectoria de aprendizajes, tanto personales como colectivos. Esta experiencia se convierte en un recurso para guiar y acompañar a otros.

Su capacidad de cuidado: La psicología evolutiva señala que el cuidado no es solo instinto, sino también una construcción cultural. Las mujeres adultas han sido tradicionalmente portadoras de prácticas de cuidado que hoy se resignifican como herramientas de liderazgo comunitario.

El cuidado —emocional, físico, comunitario— ha sido históricamente asignado a las mujeres, pero hoy se entiende como un pilar de sociedades sanas, no como una tarea doméstica.

Las mujeres adultas están liderando la redefinición del cuidado como un valor colectivo, no individual.

Las redes de apoyoLa investigación en psicología comunitaria muestra que las redes que sostienen a una comunidad suelen surgir de dinámicas de escucha activa, solidaridad práctica y empatía, habilidades que muchas mujeres adultas tienen muy desarrolladas.

Las mujeres tienden a generar vínculos horizontales, basados en la confianza y la reciprocidad. Estas redes son esenciales para crear y sostener comunidades más humanas, donde la solidaridad reemplaza la competencia.

Desde grupos de madres hasta redes profesionales, estas conexiones reducen estrés, fortalecen la resiliencia y mejoran la salud mental colectiva.

Favoreciendo la comunicación consciente: Las mujeres adultas suelen ocupar roles de mediación en conflictos familiares o comunitarios, aplicando estrategias de comunicación emocionalmente inteligente. 

Esto contribuye a que los espacios sociales sean menos polarizados y más dialogantes. 

Impulsando proyectos con sentido social: Muchas mujeres, a partir de cierta edad, encuentran motivación profunda en actividades que dejan huella: voluntariado, iniciativas de salud mental, emprendimientos con impacto, educación, proyectos culturales…Su rol suele orientarse a mejorar la vida de otros, creando entornos más seguros y acogedores.

Como resultado  de estos factores, la mujer adulta se convierte en un agente de cohesión y cambio.

Obstáculos que enfrentan… y que, a pesar de ellos, no han logrado impedir que transformen la comunidad

No podemos olvidar que las mujeres a menudo cargan con:

  • Sobrecarga de responsabilidades.

  • Presión laboral y familiar simultánea.

  • Invisibilización de su labor social.

  • Mandatos culturales que limitan su participación.

Aun así, o precisamente por ello, su capacidad de resiliencia y reorganización emocional se convierte en un modo de vida a imitar. La superación de estas barreras inspira cambios en toda la comunidad, al modelar nuevas formas de liderazgo femenino basadas en la fortaleza psicológica y la autenticidad.



¿Puede una mujer potenciar su rol comunitario?

Por supuesto que si. No solo puede, sino que debe hacerlo sin lugar a dudas. Veamos algunos de los puntos a tener en cuenta y que todas las mujeres deberían considerar indispensables:
  • Cuidando su salud mental: una mujer emocionalmente sostenida sostiene mejor a su comunidad.

  • Diciendo “no” sin sentimientos de culpa para evitar la sobrecarga. Los límites son absolutamente necesarios.

  • Formando alianzas con otras mujeres, creando círculos de apoyo mutuo. 

  • Liderando desde la humanidad, mostrando al mundo que actuar con humanidad no es debilidad.

  • Participando activamente en espacios públicos locales (colegios, asociaciones, iniciativas de actos en el barrio, etc).

  • Educando en empatía: con hijos, pareja, amistades, compañeros de trabajo.

Construir comunidades humanas implica revalorizar lo emocional y lo relacional frente a lo meramente productivo. Aquí la mujer adulta juega un papel clave:

  • Promueve espacios de diálogo donde las emociones no son vistas como debilidad, sino como fuente de cohesión.

  • Integra generaciones: conecta jóvenes, adultos y mayores, creando puentes intergeneracionales que enriquecen la vida comunitaria.

  • Defiende valores éticos como la justicia, la equidad y el respeto, que son la base de sociedades más inclusivas.

Cada pequeño gesto cotidiano, cada vínculo que una mujer adulta fortalece, deja un impacto comunitario que, sumado al de las otras mujeres, se convierte en transformación social.

Desde la psicología de la mujer sabemos algo esencial: la comunidad se teje a través de vínculos, y las mujeres adultas poseen un talento excepcional para tejer conexiones profundas, significativas y humanizadoras.

En tiempos donde lo individual parece dominar, la mujer  emerge como un faro de conexión, cuidado y sentido. Su rol es mucho más que acompañar: es liderar una forma diferente de estar en el mundo, más empática, más inclusiva y más humana.

Este artículo busca ser una invitación para que cada lectora reconozca el valor de su propia experiencia y se vea como protagonista activa en la creación de comunidades más humanas. 

Porque cada gesto, cada palabra y cada vínculo que cultivamos tiene el poder de transformar nuestro entorno.



sábado, 8 de noviembre de 2025

¿Técnicas para dar un respiro a nuestra mente?

Hoy vamos a hablar de las técnicas psicológicas que pueden aplicarse cuando estamos "desbordados" por cualquier razón, y sin embargo queremos tener nuestros pensamientos bajo control. 

Todos hemos experimentado alguna vez, bien por tener que enfrentar situaciones de alta demanda emocional, o simplemente por mantener en el tiempo un  ritmo de vida más acelerado de lo que en realidad deberíamos soportar, nos ha costado mantener la serenidad mental y la claridad de ideas, incluso nos hemos sentido francamente mal.

Existen técnicas que, en muchas ocasiones son realmente fáciles de realizar por simples, pero que han demostrado empíricamente ser útiles para ayudarnos a calmar nuestra mente en esos momentos de crisis.

Actúan cambiando nuestro foco de atención desde esa situación, pensamiento, o  deseo “invasivo” , hacia otros estímulos o tareas que nos distraigan y nos ayuden a parar la escalada de activación que se desencadena en nuestro sistema nervioso.

De hecho, todos hemos experimentado alguna vez , que cuanto más empeño ponemos en no pensar en determinada cosa, mayor es la dificultad para eliminarla de nuestra mente. Por ello, conviene conocer que podemos poner en marcha estas "tareas psicológicas" en esos momentos en los que las necesitamos.

Como todas las cosas, requieren de la práctica para ser efectivas. Recuerda que no es magia, es ciencia y su éxito va a depender de emplearlas de forma adecuada y del nivel de implicación que estés dispuesto/a a adoptar. 

¿Y cuál es la forma correcta de ponerlas en práctica? Voy a utilizar una analogía para explicarlo. 



Imaginad que vuestra mente es un precioso caballo que vive libre en un hermoso paraje. La mayor parte del tiempo, estará plácidamente tranquilo en su hábitat, pero cuando perciba alguna amenaza, sea esta real o no, reaccionara a ese peligro real o imaginario, eso poco importa, se pondrá inquieto, vigilante, vigilará el entorno,  y en ocasiones, saldrá a galope del lugar e incluso se puede desbocar.

Pues bien, hay que saber que una vez desbocado, no se puede hacer mucho más que apartarse de su camino para no ser arrollado por tan noble animal. Lo más indicado sería llegar a poder descubrir cuales son los signos que anuncian que puede desbocarse, para poder tranquilizarlo antes y así evitar la pérdida de control. 

Sí nuestra mente actúa como el corcel, es muy importante que  cuando estemos tranquilos aprendamos las técnicas hasta dominarlas, de forma que cuando percibamos en nosotros los primeros signos de inquietud o nerviosismo, seamos capaces de poder aplicarlas (sobre todo, aquellas que ya hemos comprobado que nos funcionan mejor) y facilitar así la recuperación del bienestar mental que buscamos.

Debemos hacerlo antes de perder el control de nuestra mente, porque una vez está entre en pánico ya será mucho más difícil poder hacerlo. Por supuesto, no todas las técnicas van a funcionar igual de bien para todo el mundo, por ello os sugiero practicar varias de ellas, para que cada cual identifique aquella que mejor encaje con él o ella. 

Cierto es, que no estamos hablando de un remedio milagroso que va a alejar de tu vida la ansiedad y te va a convertir en un monje tibetano. El problema que esté a la base de la pérdida de control, o la crisis, del tipo que sea, se va a tener que tratar si quieres lograr la estabilidad, pero igual de cierto es el saber que si tienes herramientas que te ayuden a mantener la calma, será más fácil llegar a conseguirlo. 

Sí es de vuestro interés este tema, lo dejáis en comentarios y en próximas entradas, iremos viendo algunas de ellas que son sencillas y que está comprobado que funcionan.




lunes, 3 de noviembre de 2025

¿Por qué me cuesta tanto perder peso? Las trampas invisibles que frenan tu bienestar

Por Encarna Grau, Psicóloga General Sanitaria especializada en el bienestar de la mujer.




Si eres mujer y has luchado con tu peso, es muy probable que esta pregunta haya resonado en tu cabeza una y otra vez. Quizás te has esforzado, has probado "la dieta de moda", has logrado perder unos kilos... para luego recuperarlos, e incluso has ganado alguno más. 

Esta experiencia, lejos de ser un fracaso personal, es una realidad compartida por muchísimas mujeres y tiene raíces mucho más profundas que la siempre incómoda "fuerza de voluntad".

Como psicóloga especializada en el acompañamiento a mujeres, he escuchado innumerables historias de frustración por este motivo, historias sobre sentir que "algo falla en la mujer". 

Pero lo que la ciencia nos demuestra y lo que confirmo en mi dilatada experiencia, es que hay un complejo conjunto de variables implicadas que actúan como auténticas trampas, dificultando poder alcanzar ese estado óptimo deseado de bienestar. 

¡No son excusas! son realidades, son factores biológicos, psicológicos y sociales que merecen ser vistos y comprendidos.

Vamos a desgranar juntas algunas de estas realidades más comunes:

1. La ruleta rusa de las dietas: el cansancio metabólico y psicológico

Uno de los principales problemas a los que se refieren las mujeres es el "efecto yo-yo". Las dietas restrictivas, especialmente las muy hipocalóricas, activan mecanismos de supervivencia en nuestro cuerpo. 

Nuestro metabolismo se ralentiza para conservar energía, y nuestro cerebro se vuelve hipervigilante ante la comida. No es que "no tengas fuerza de voluntad", es que tu cuerpo y tu mente están respondiendo a una amenaza percibida (la falta de alimento).

¿Qué pasa cuando la dieta termina? El hambre y los antojos regresan con fuerza, el metabolismo sigue lento y es muy fácil recuperar el peso, a menudo con un "extra". 

Este ciclo genera una profunda desesperanza aprendida: "ninguna dieta funciona para mí", "estoy destinada a no conseguirlo". Es una trampa psicológica potente que mina la motivación.

2. La trampa emocional: cuando la comida es tu consuelo

¿Te suena esto? Un día agotador, un disgusto, estrés en el trabajo... y de repente, la nevera o la despensa se convierten en tu refugio. 

La comida emocional es una de las variables mantenedoras más poderosas y frecuentes en mujeres.

Detrás de ese antojo por el dulce o lo salado, a menudo se esconde una emoción no gestionada:

  • Estrés y Ansiedad: El cortisol (la hormona del estrés) aumenta el apetito, especialmente por alimentos ricos en grasas y azúcares, que nos ofrecen un alivio momentáneo.

  • Tristeza, Soledad, Aburrimiento: La comida nos proporciona placer, distracción y una sensación fugaz de consuelo que llena vacíos emocionales.

  • Frustración y Enfado: Comer puede ser una vía de escape para estas emociones intensas.

Esta es una limitación psicológica fundamental: no es un problema de hambre física, sino de gestión emocional. Sin aprender a identificar y manejar esas emociones de otra manera, la comida seguirá siendo el "parche" más accesible.



3. El impacto invisible de las hormonas y el sueño (Factores biológicos y novedosos)

No podemos ignorar que somos seres biológicos. En las mujeres, los cambios hormonales a lo largo del ciclo menstrual, el embarazo, la menopausia o condiciones como el Síndrome de Ovario Poliquístico (SOP) pueden influir significativamente en el metabolismo, el apetito y la distribución de la grasa, haciendo la pérdida de peso más compleja.

Además, el sueño es un gran olvidado. Los estudios científicos son claros: dormir poco o mal altera las hormonas que regulan el apetito (aumenta la grelina, que da hambre, y disminuye la leptina, que da saciedad). 

Un sueño deficiente no solo aumenta los antojos, sino que nos deja con menos energía para tomar decisiones saludables y hacer ejercicio. Es una variable biológica y ambiental potente que actúa como disparador y mantenedor.

4. El entorno que nos rodea: familia, amigos y presión social

No vivimos en una burbuja. Nuestro entorno social y familiar juega un papel crucial. ¿Tu pareja te acompaña en tus hábitos saludables o te "sabotea" sin querer? ¿Hay presión social para comer en reuniones o eventos? ¿El entorno laboral te dificulta llevar una alimentación consciente?

A veces, las limitaciones no están en nosotras, sino en la dificultad para navegar un entorno que no apoya nuestros objetivos. 

Esto puede generar culpa, frustración y la sensación de ir "contracorriente", haciendo que el abandono sea más probable.

5. La autoexigencia y la crítica interna: La batalla en tu mente

Finalmente, una limitación psicológica recurrente es la autoexigencia extrema y la crítica interna. Muchas mujeres viven bajo la presión de un ideal de belleza inalcanzable, lo que genera insatisfacción corporal constante. 

Un error, un "mal día" con la comida, cualquier fallo en este sentido, y "bum"la situación se convierte en la prueba irrefutable de que somos "un fracaso", llevando al abandono total del proceso iniciado.

La falta de autocompasión y una relación tóxica con el propio cuerpo, el miedo a dar la talla,..... son barreras enormes. Si tu diálogo interno es de juicio constante, es muy difícil mantener un cambio a largo plazo.

¿Y ahora qué? Tu camino hacia un bienestar duradero.

Si te has sentido identificada con estos puntos, quiero que sepas algo fundamental: no es cierto que seas un fracaso, no  tires la toalla!  El problema es real, pero puede que no seas tú, sino que estas siendo influenciada por un conjunto complejo de factores, que puede ser que hasta ahora no habías comprendido ni se han abordado de forma integral.

La buena noticia es que, una vez que identificamos estas trampas invisibles, podemos aprender cómo desactivarlas, y en su defecto, controlarlas. 

Primer requisito: dejar de luchar contra ti misma y empezar a trabajar contigo misma, entendiendo tu cuerpo, tus emociones y tu entorno.

Se trata de ir más allá de la dieta, te propongo sanar tu relación contigo misma, con la comida, aprender a gestionar tus emociones sin usar la comida como muleta y construir hábitos que te nutran de verdad.

Es un trabajo que has de realizar tu, nadie lo hará por ti, pero si te acompañará y guiará en la travesía.

¿Te atreves a dar el primer paso?




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