¿Por qué me cuesta tanto perder peso? Las trampas invisibles que frenan tu bienestar
Por Encarna Grau, Psicóloga General Sanitaria especializada en el bienestar de la mujer.
Si eres mujer y has luchado con tu peso, es muy probable que esta pregunta haya resonado en tu cabeza una y otra vez. Quizás te has esforzado, has probado "la dieta de moda", has logrado perder unos kilos... para luego recuperarlos, e incluso has ganado alguno más.
Esta experiencia, lejos de ser un fracaso personal, es una realidad compartida por muchísimas mujeres y tiene raíces mucho más profundas que la siempre incómoda "fuerza de voluntad".
Como psicóloga especializada en el acompañamiento a mujeres, he escuchado innumerables historias de frustración por este motivo, historias sobre sentir que "algo falla en la mujer".
Pero lo que la ciencia nos demuestra y lo que confirmo en mi dilatada experiencia, es que hay un complejo conjunto de variables implicadas que actúan como auténticas trampas, dificultando poder alcanzar ese estado óptimo deseado de bienestar.
¡No son excusas! son realidades, son factores biológicos, psicológicos y sociales que merecen ser vistos y comprendidos.
Vamos a desgranar juntas algunas de estas realidades más comunes:
1. La ruleta rusa de las dietas: el cansancio metabólico y psicológico
Uno de los principales problemas a los que se refieren las mujeres es el "efecto yo-yo". Las dietas restrictivas, especialmente las muy hipocalóricas, activan mecanismos de supervivencia en nuestro cuerpo.
Nuestro metabolismo se ralentiza para conservar energía, y nuestro cerebro se vuelve hipervigilante ante la comida. No es que "no tengas fuerza de voluntad", es que tu cuerpo y tu mente están respondiendo a una amenaza percibida (la falta de alimento).
¿Qué pasa cuando la dieta termina? El hambre y los antojos regresan con fuerza, el metabolismo sigue lento y es muy fácil recuperar el peso, a menudo con un "extra".
Este ciclo genera una profunda desesperanza aprendida: "ninguna dieta funciona para mí", "estoy destinada a no conseguirlo". Es una trampa psicológica potente que mina la motivación.
2. La trampa emocional: cuando la comida es tu consuelo
¿Te suena esto? Un día agotador, un disgusto, estrés en el trabajo... y de repente, la nevera o la despensa se convierten en tu refugio.
La comida emocional es una de las variables mantenedoras más poderosas y frecuentes en mujeres.
Detrás de ese antojo por el dulce o lo salado, a menudo se esconde una emoción no gestionada:
Estrés y Ansiedad: El cortisol (la hormona del estrés) aumenta el apetito, especialmente por alimentos ricos en grasas y azúcares, que nos ofrecen un alivio momentáneo.
Tristeza, Soledad, Aburrimiento: La comida nos proporciona placer, distracción y una sensación fugaz de consuelo que llena vacíos emocionales.
Frustración y Enfado: Comer puede ser una vía de escape para estas emociones intensas.
Esta es una limitación psicológica fundamental: no es un problema de hambre física, sino de gestión emocional. Sin aprender a identificar y manejar esas emociones de otra manera, la comida seguirá siendo el "parche" más accesible.
3. El impacto invisible de las hormonas y el sueño (Factores biológicos y novedosos)
No podemos ignorar que somos seres biológicos. En las mujeres, los cambios hormonales a lo largo del ciclo menstrual, el embarazo, la menopausia o condiciones como el Síndrome de Ovario Poliquístico (SOP) pueden influir significativamente en el metabolismo, el apetito y la distribución de la grasa, haciendo la pérdida de peso más compleja.
Además, el sueño es un gran olvidado. Los estudios científicos son claros: dormir poco o mal altera las hormonas que regulan el apetito (aumenta la grelina, que da hambre, y disminuye la leptina, que da saciedad).
Un sueño deficiente no solo aumenta los antojos, sino que nos deja con menos energía para tomar decisiones saludables y hacer ejercicio. Es una variable biológica y ambiental potente que actúa como disparador y mantenedor.
4. El entorno que nos rodea: familia, amigos y presión social
No vivimos en una burbuja. Nuestro entorno social y familiar juega un papel crucial. ¿Tu pareja te acompaña en tus hábitos saludables o te "sabotea" sin querer? ¿Hay presión social para comer en reuniones o eventos? ¿El entorno laboral te dificulta llevar una alimentación consciente?
A veces, las limitaciones no están en nosotras, sino en la dificultad para navegar un entorno que no apoya nuestros objetivos.
Esto puede generar culpa, frustración y la sensación de ir "contracorriente", haciendo que el abandono sea más probable.
5. La autoexigencia y la crítica interna: La batalla en tu mente
Finalmente, una limitación psicológica recurrente es la autoexigencia extrema y la crítica interna. Muchas mujeres viven bajo la presión de un ideal de belleza inalcanzable, lo que genera insatisfacción corporal constante.
Un error, un "mal día" con la comida, cualquier fallo en este sentido, y "bum"la situación se convierte en la prueba irrefutable de que somos "un fracaso", llevando al abandono total del proceso iniciado.
La falta de autocompasión y una relación tóxica con el propio cuerpo, el miedo a dar la talla,..... son barreras enormes. Si tu diálogo interno es de juicio constante, es muy difícil mantener un cambio a largo plazo.
¿Y ahora qué? Tu camino hacia un bienestar duradero.
Si te has sentido identificada con estos puntos, quiero que sepas algo fundamental: no es cierto que seas un fracaso, no tires la toalla! El problema es real, pero puede que no seas tú, sino que estas siendo influenciada por un conjunto complejo de factores, que puede ser que hasta ahora no habías comprendido ni se han abordado de forma integral.
La buena noticia es que, una vez que identificamos estas trampas invisibles, podemos aprender cómo desactivarlas, y en su defecto, controlarlas.
Primer requisito: dejar de luchar contra ti misma y empezar a trabajar contigo misma, entendiendo tu cuerpo, tus emociones y tu entorno.
Se trata de ir más allá de la dieta, te propongo sanar tu relación contigo misma, con la comida, aprender a gestionar tus emociones sin usar la comida como muleta y construir hábitos que te nutran de verdad.
Es un trabajo que has de realizar tu, nadie lo hará por ti, pero si te acompañará y guiará en la travesía.
¿Te atreves a dar el primer paso?
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