Quien te ama no te daña. Y si te daña, ahí no es.
Suelta lo que no te conviene. No hay otro camino, por mucho que quieras cansarte buscándolo.
Cuando puedas.
Cuando el miedo te deje.
Cuando encuentres tus fuerzas.
Cuando recuerdes que no estás sola, que hay personas esperando que les llames para cogerte fuertemente la mano y no soltarla.
Cuando te liberes de una culpa que no es tuya, pero que te han inoculado a fuego lento.
Cuando recuerdes lo capaz y lo fuerte que eres.
Cuando superes la vergüenza de sentirte fracasada, humillada, engañada, y de preguntarte qué es lo que te inmoviliza.
Cuando entiendas que eres víctima de una manipulación lenta, progresiva, cruel.
Y que esa vergüenza no te corresponde a ti, porque no es vergonzoso intentar recomponer lo que está roto.
Cuando aceptes que muchos no van a estar a la altura, que jamás creerán lo que les digas, porque tu versión compite con la de un profesional de la mentira.
Y te des cuenta de que eso te da igual.
Nadie está en tus zapatos. Y nunca nadie lo estará.
No necesitas que nadie te valide. Nadie.
Cuando todo esto pase, si decides irte y necesitas ayuda, ahí estaré esperando, por si me necesitas y te apetece.
Sé que el camino es duro, pero conozco la ruta.
Es tu proceso. Tú marcas el ritmo.
Comentarios
Publicar un comentario