martes, 28 de abril de 2020

El impacto del estrés y la probabilidad de desencadenar una enfermedad




Mirando hacia adentro: EL DESCONCIERTO DE LA OPOSICIÓN, por ...



Ciego caminante: ¿Duda?


El impacto del estrés y la probabilidad de desencadenar una enfermedad es proporcional a la cantidad de sucesos acumulados en un tiempo determinado. 



Hemos visto que todo cambio importante conlleva un cierto nivel de estrés, pero los cambios asociados a una crisis son desmesuradamente estresantes. Aparecen importantes dudas sobre cómo actuar y que pensar sobre uno mismo y el mundo circundante, se pierde seguridad y predominan la vulnerabilidad y la inestabilidad.

La persona vive la sensación de caos interior y desasosiego, de temor en el futuro, de apremio y de falta de sentido. En estas ocasiones, rara vez se mantiene la suficiente lucidez para considerar y prever objetivamente y con calma, los posibles resultados futuros.
Para la mayoría de la gente la desorganización y el trastorno excesivos, característico de la crisis, son aterradores y nuevos. 

Al carecer de caminos para conceptuar y comprender la experiencia, muchos pacientes en crisis dicen tener miedo de “volverse locos”, “perder la cabeza”, “perder el control”, como si sus sentimientos fueran un signo de enfermedad mental.

En una crisis, se atraviesan estadios. El primero de ellos sería el estupor, que se traduce en asombro, miedo o inhibición ante unas vivencias nuevas e incomprensibles que está atravesando; la incertidumbre que se origina cuando se debe optar por una u otra salida, o en la búsqueda de esas posibles salidas; y la amenaza, o sensación de estar ante un peligro, a veces inespecífico y otras veces concreto. 

La crisis supone peligro por el dolor que conlleva la pérdida de seguridad y la estabilidad anterior, y oportunidad en tanto que al tocar fondo se presenta la oportunidad de salir fortalecido de la situación, si la persona es capaz de aprender nuevas habilidades o activar las que ya poseía.

El resultado va a depender, además de los recursos personales, de otras variables externas como, por ejemplo, la gravedad del suceso desencadenante y su duración, la acumulación de sucesos, los recursos materiales con los que se cuente, o el apoyo social y familiar percibido.
Definición de Equilibrio - Qué es y Concepto


Podemos decir, que una persona ha resuelto adecuadamente una crisis cuando además de restaurar el equilibrio, logra penetrar en el suceso precipitante de la crisis: encontrando un significado, expresando adecuadamente sentimientos, realizando las adaptaciones conductuales pertinentes, etc.; integrar su experiencia en su vida y es capaz de mirar abiertamente al futuro.


Para reaccionar  positivamente a la situación hay que percibirla, conocerla y evaluar qué supone para el bienestar personal. La percepción de que los acontecimientos y los resultados son independientes de sus acciones, posibilita que se desarrolle un sentimiento de indefensión, asociado a una reducción en la motivación para la búsqueda del control. Los procesos perceptivos implicados en la interpretación de los estímulos externos pueden verse distorsionados cuando se está bajo un estrés intenso.

Las creencias son configuraciones cognitivas formuladas individualmente o compartidas culturalmente, que sirven de lente perceptiva. En la valoración, las creencias determinan la realidad de cómo son las cosas en el entorno, y lo que puede ser amenazante o perjudicial. Si cambian las creencias, también pueden cambiar las valoraciones, aunque normalmente no se es consciente de esa relación. 

Otros estudios, en esta misma línea, han demostrado que las creencias de la valía de uno mismo, y no tanto sus características objetivas, se relaciona con menores niveles de estrés. Si esta manera de interpretar la experiencia es rígida e irracional, la respuesta de estrés es más probable, por lo que se haría necesario la adquisición de patrones de creencias más flexibles y objetivos que mitigue las consecuencias de dicha interpretación “estresante”.
Ser Flexible – Códigos del Ser
En general, evaluar una situación como controlable reduce el estrés. Lo fundamental son las creencias en las capacidades de uno mismo para controlar un acontecimiento, sean estas capacidades generales o específicas, ilusorias o reales, influyen en la valoración del acontecimiento y en las estrategias de afrontamiento. De hecho, el organismo responde de modo diferente a condiciones caracterizadas por la controlabilidad o por la ausencia de control.

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En conjunto, una mayor controlabilidad reduce las respuestas de estrés fisiológico, como la secreción de adrenalina y cortisol, disminuyendo el desgaste corporal. Algunos estresores son tan contundentes en su impacto que podemos hablar de traumas. Son experiencias profundamente inquietantes o muy impactantes como, por ejemplo, crecer junto a un padre alcohólico, ser víctima o testigo de violencia, o la muerte de un familiar.

La respuesta del estrés depende en gran medida de la capacidad para detectar posibles amenazas. De hecho, una de las características de la respuesta de estrés es que los sentidos agudizan y la atención se dirige hacia estímulos indicadores de peligro o amenaza potencial, particularmente en condiciones con cierta ambigüedad.

Las personas con niveles elevados de ansiedad que se enfrentan a un estresor, centrarán su atención en mayor medida hacia los estímulos amenazantes y presentarán dificultades para ignorar el estresor o para inhibir su procesamiento, probablemente porque una vez activado el sesgo en las fases iniciales del procesamiento, éste persiste automáticamente.

Sin embargo, cuando la situación de estrés se prolonga, las personas con una personalidad tendente a la ansiedad elevada mantienen esa vigilancia de modo relativamente constante o recurrente, mientras que las de personalidad de baja ansiedad generan estrategias de control sobre su atención para evitar la preocupación permanente. En general, a medida que aumenta el estrés de un sujeto, más estrecho será el foco de la atención, lo que resulta en una concentración intensa sobre unos pocos estímulos relevantes

Los recuerdos autobiográficos de alto contenido emocional se codifican como recuerdos concretos que evocan percepciones sensoriales implicadas en el hecho recordado, por ejemplo, un suceso traumático puede recordarse como fragmentos aislados desgarrados del contexto. Puede darse la circunstancia de que la memoria sólo almacene el recuerdo escénico, las emociones implicadas y las reacciones fisiológicas, perono el contexto temporo-espacial en el que tuvieron lugar. De esta manera, parece que cuando el evento estresante supera cierta capacidad del sujeto para procesar la información del entorno, la memoria se resiente y se desorganiza su almacenamiento.

Podemos decir que la valoración o evaluación cognitiva es uno de los procesos mediadores responsables de que un estímulo se convierta en estresante. Una valoración de perjuicio puede producir ira, disgusto, desilusión o tristeza; una valoración de amenaza a la autoestima es probable que origine preocupación, ansiedad o miedo; una valoración de desafío puede ser seguida de excitación o anticipación. Es necesario resaltar que estas emociones no son las que producen el estrés; al contrario, estas emociones son generadas por la valoración que el individuo hace de un acontecimiento.
Foro de valoración final

martes, 21 de abril de 2020

NUESTRA MENTE. HERRAMIENTA CONTRA EL ESTRES II

La aparición de un acontecimiento nuevo o poco familiar, pero en el que reconozcamos algunos aspectos que en el pasado hemos relacionado con situaciones de daño o de pérdida, puede desencadenar en nosotros una reacción/respuesta de estrés. 


pensando - Con la cabeza en las nubes y los pies en el suelo




Esta afirmación es válida cuando la persona se enfrenta a una situación que le aporta  vivencias perturbadoras como la incertidumbre o ambigüedad, la ocurrencia/no ocurrencia de acontecimientos normativos según la edad del individuo (tener pareja, un trabajo, éxito...). 

Aquellos rasgos de la personalidad que más peso van a tener para la interpretación y superación de las situaciones adversas que nos ocurren son: la motivación y  el compromiso, las creencias sobre nosotros mismos, sobre nuestra capacidad y las creencias sobre el mundo que nos rodea.

Todas estas creencias y cogniciones han sido adquiridas a lo largo de todo nuestro ciclo vital, normalmente basadas en la propia experiencia, aunque también por observación de las experiencias ajenas y por transmisión generacional natural de conceptos y enseñanzas.


Liderazgo y motivación, dos claves inseparables para el éxito ...


El concepto de motivación es esencial para comprender qué hace que una misma experiencia concluya en resultados positivos para una persona y negativos para otra. Por ejemplo, una situación cualquiera en la que la persona alcance un compromiso importante tendrá una mayor probabilidad aumentar su implicación para su resolución, ya que el hecho de que haya adquirido un alto compromiso indica una valoración más alta de la situación en cuestión. 

Por otra parte, el alto grado de compromiso puede convertirse en una fuente de vulnerabilidad al estrés, si otorgamos una importancia  superior a la adecuada. Por tanto, un grado adecuado de compromiso hará que mejoremos nuestra competencia, y un grado demasiado alto tendrá mayor probabilidad habrá de sentirse amenazado o desafiado.

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sábado, 18 de abril de 2020

NUESTRA MENTE COMO HERRAMIENTA CONTRA EL ESTRÉS

Síndrome de Burnout | Gente del Balsas









Por estrés nos referimos a una tensión corporal o mental resultante de la presencia de uno o varios factores que tienden a alterar el equilibrio existente de las personas. El estrés no es ni un estímulo ambiental, ni una característica de la persona, ni una respuesta; sino, una relación entre las exigencias que plantea el ambiente (situación, suceso, problema) y la capacidad personal autopercibida para enfrentarse a esas exigencias sin costes irrazonables o destructivos. 

Hablamos de estrés físico para referirnos a aquellos acontecimientos que directamente representan una amenaza física para el bienestar de una persona. En estos momentos, el mayor estresor físico que todos confrontamos es el COVID 19, así como las alteraciones de todo nivel que están asociadas a su aparición como por ejemplo, la situación de confinamiento, un ingreso en el hospital propio o de un familiar, la pérdida de personas significativas...etc. Todos estos acontecimientos son muy traumáticos y podemos catalogarlos como altamente estresantes.

También son estresores físicos el calor o el frío extremos, una mudanza, cuidar a una persona enferma terminal o con alta dependencia, entre otras situaciones. 

Los estresores psicológicos, en cambio, son aquellos pensamientos, emociones, interpretaciones,.....que desafían nuestro bienestar y que nos producen desagrado, desasosiego, malestar psicológico, somatizaciones, etc y están mediados por la forma como percibimos aquello que nos está ocurriendo. Cómo interpretamos los hechos que nos suceden, incluso aquellos que imaginamos.

La tensión emocional y el estrés enferman el cuerpo

Son ejemplos de estresores psicológicos una decepción profunda, el temor ante un diagnóstico desfavorable, sentirse impotente ante la imposibilidad de resolución de una situación grave, etc. 



A la reacción compensatoria que se produce en nuestro cuerpo como consecuencia de la alteración que produce al enfrentarnos a un estresor, le damos el nombre de  "Respuesta de estrés", y sería toda aquella conducta, pensamiento o acción encaminada a paliar el importante malestar que sentimos y a recobrar los niveles de bienestar anteriores al suceso estresante. 

El estrés, la enfermedad del siglo XXI - Escuela de Coaching en ...
En base a los muchos estudios realizados sobre el estrés, sabemos que éste es un proceso amplio, que involucra mecanismos bioquímicos, psicológicos, fisiológicos y conductuales, muchos de los cuales están relacionados, directa o indirectamente, con la salud. 


Cognición y emoción están estrechamente unidas y van a mediar de forma directa en la forma en que una persona se relacione con su entorno. Las personas perciben y valoran las situaciones, al igual que lo hacen con los estados emocionales desencadenados durante las situaciones en las que se relacionan con su entorno. 

La interpretación de las situaciones y las emociones, así como su valoración cómo amenazante o no, siempre van a partir de una experiencia anterior y las consecuencias sufridas de esas experiencias similares vividas, bien sea en primera persona u observada en los demás. Una evidencia de ello, son las diferencias individuales que presentan las personas al valorar una misma situación como estresante o por el contrario un motivador reto.

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Incluso, una misma persona puede interpretar un acontecimiento como estresante en una ocasión, pero no en otra. Esto puede deberse a los cambios sufridos en las condiciones físicas o en los estados psicológicos, o bien variaciones en los estados emocionales, en su motivación, etc Numerosos factores pueden ser causantes de los cambios que en una persona se produzcan, sea por el motivo que sea. De hecho, todos cambiamos continuamente.

La variabilidad individual es un factor determinante. Ni siquiera los acontecimientos más dramáticos producen iguales respuestas en individuos diferentes, aunque sí podemos reconocer que algunos de estos acontecimientos realmente dramáticos constituyen auténticos estresores universales. 

Un claro ejemplo sería la situación de pandemia global en la que nos encontramos inmersos. Aunque, podemos decir, sin esperar motivar por ello demasiado desacuerdo, que las diferencias individuales median de forma intensa la forma de afrontar este estresante momento, ciertamente todos calificaremos esta situación como complicada, aversiva, que despierta nuestro temor a la enfermedad propia y de los seres que amamos, ..... y hay un serio deseo de escapar, a salir de ella.

En las próxima entrada hablaremos sobre los peligros de buscar vías de escape inadecuadas sus posibles efectos

jueves, 16 de abril de 2020

Vamos a hablar de crisis.


Crisis 2020, ¿Cómo afectará al mercado inmobiliario? | Housfy



En general, una crisis se entiende como la entrada a una situación personal que obliga a juzgar y tomar decisiones importantes. Es un término muy utilizado en el lenguaje coloquial, y con demasiada frecuencia se utiliza haciendo hincapié en sus connotaciones negativas, asociándolo automáticamente a malestar, desequilibrio o riesgo; eclipsando su aspecto más positivo, la oportunidad de conducirnos a un nivel de madurez superior.

Para Taplin, la definición de crisis sería una “violación de las expectativas de la persona sobre su vida por algún suceso traumático, o la incapacidad del individuo y su mapa cognoscitivo para manejar nuevas situaciones”. 

Sabemos que todo cambio importante conlleva un cierto nivel de estrés, pero los cambios asociados a una crisis son desmesuradamente estresantes. Aparecen importantes dudas sobre cómo actuar y que pensar sobre uno mismo y el mundo circundante, se pierde seguridad y predominan la vulnerabilidad y la inestabilidad. Seguro sabéis de que hablo.

La persona vive la sensación de caos interior y desasosiego, de temor en el futuro, de apremio y de falta de sentido. En este estado, rara vez se mantiene la suficiente lucidez para considerar y prever objetivamente y con calma, los posibles resultados futuros. No deberíamos tomar decisiones importantes cuando nos encontramos inmersos en una situación de crisis.

Para la mayoría de la gente, la desorganización y el trastorno excesivos característico de la crisis les resultan casi, casi aterradores, al verse obligados a que afrontar sentimientos nuevos en su repertorio habitual de emociones. Al carecer de caminos para conceptuar y comprender la experiencia, muchos pacientes en crisis dicen tener miedo de “volverse locos”, “perder la cabeza”, “perder el control”, como si sus sentimientos fueran un signo de enfermedad mental.

En una crisis, se atraviesan estadios. El primero de ellos sería el estupor, que se traduce en asombro, miedo o inhibición ante unas vivencias nuevas e incomprensibles que está atravesando; la incertidumbre que se origina cuando se debe optar por una u otra salida, o en la búsqueda de esas posibles salidas; y la amenaza, o sensación de estar ante un peligro, a veces inespecífico y otras veces concreto. La crisis supone peligro por el dolor que conlleva la pérdida de seguridad y la estabilidad anterior, y oportunidad en tanto que al tocar fondo se presenta la oportunidad de salir fortalecido de la situación, si la persona es capaz de aprender nuevas habilidades o activar las que ya poseía.

Podemos decir, que una persona ha resuelto adecuadamente una crisis cuando además de restaurar el equilibrio, logra penetrar en el suceso precipitante de la crisis: encontrando un significado, expresando adecuadamente sentimientos, realizando las adaptaciones conductuales pertinentes, etc.; integrar su experiencia en su vida y es capaz de mirar abiertamente al futuro

Algunas de las situaciones desencadenantes de una crisis son:
  • La experiencia de pérdida, debido a circunstancias como la muerte, la enfermedad, un descalabro económico, un divorcio, un despido, etc. conlleva enfrentarse con la vivencia de desposeimiento.
  • La experiencia de fracaso e inferioridad, debido a malos resultados económicos en las empresas laborales, fracasos amorosos, no alcanzar el éxito basado en las expectativas atribuidas a un determinado rol, etc. La persona entra en crisis al sentir su valía dañada.
  • La experiencia de encontrarse en un callejón sin salida. Lo que conduce a la crisis es la incapacidad para elegir entre distintas opciones, ya que todas las alternativas aparecen con aspectos positivos y negativos, y el balance entre ellas es muy similar.
  • La experiencia de exceso emocional. Ante un determinado suceso que requiere un esfuerzo adaptativo importante, el sujeto no es capaz de reaccionar racionalmente y responde con una superioridad absoluta de la emoción.
  • La experiencia de sobrecarga, cuando se produce una suma se acontecimientos estresantes que desbordan a la persona y que agotan sus recursos de afrontamiento
Quizá el aspecto más llamativo de la teoría de la crisis es la idea de que esta puede conducir de un plano de desesperación, negativismo, peligro y desorganización, o a uno más positivo: el sufrimiento puede estimular también el desarrollo personal y la madurez
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El apoyo psicológico sirve para reducir el dolor de estar solo durante una crisis, conduce a reconocer y legitimar sentimientos de ira, dolor, angustia, etc., y de ese modo reducir la intensidad emocional, la energía entonces puede reorientarse a efectuar algo sobre la situación. La gente que durante el trance de una crisis se califica a sí misma como enferma mental a menudo impone límites sobre su recuperación posterior.

Por otro lado, la gente que contempla su trastorno y desorganización como algo temporal y esperado por la gente normal, cuando las circunstancias de la vida son graves, puede liberar energía creativa hacia la superación de la crisis, con lo que se desarrolla una perspectiva esperanzadora de su propio futuro.


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