NUESTRA MENTE. HERRAMIENTA CONTRA EL ESTRES II
La aparición de un acontecimiento nuevo o poco familiar, pero en el que reconozcamos algunos aspectos que en el pasado hemos relacionado con situaciones de daño o de pérdida, puede desencadenar en nosotros una reacción/respuesta de estrés.
Esta afirmación es válida cuando la persona se enfrenta a una situación que le aporta vivencias perturbadoras como la incertidumbre o ambigüedad, la ocurrencia/no ocurrencia de acontecimientos normativos según la edad del individuo (tener pareja, un trabajo, éxito...).
Aquellos rasgos de la personalidad que más peso van a tener para la interpretación y superación de las situaciones adversas que nos ocurren son: la motivación y el compromiso, las creencias sobre nosotros mismos, sobre nuestra capacidad y las creencias sobre el mundo que nos rodea.
Todas estas creencias y cogniciones han sido adquiridas a lo largo de todo nuestro ciclo vital, normalmente basadas en la propia experiencia, aunque también por observación de las experiencias ajenas y por transmisión generacional natural de conceptos y enseñanzas.
El concepto de motivación es esencial para comprender qué hace que una misma experiencia concluya en resultados positivos para una persona y negativos para otra. Por ejemplo, una situación cualquiera en la que la persona alcance un compromiso importante tendrá una mayor probabilidad aumentar su implicación para su resolución, ya que el hecho de que haya adquirido un alto compromiso indica una valoración más alta de la situación en cuestión.
Por otra parte, el alto grado de compromiso puede convertirse en una fuente de vulnerabilidad al estrés, si otorgamos una importancia superior a la adecuada. Por tanto, un grado adecuado de compromiso hará que mejoremos nuestra competencia, y un grado demasiado alto tendrá mayor probabilidad habrá de sentirse amenazado o desafiado.
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