Cómo reinventar tu rutina sin perder tu identidad personal

 

Terminan las vacaciones, todo vuelve a su lugar y aparece una compañera de viaje que nos acompañará durante los meses siguientes y nos ayuda a llevar adelante las tareas de cada día, organizarnos, planificar.....la rutina.

La rutina es una poderosa ayuda que convierte en hábitos los comportamientos que necesitamos para sobrevivir de la mejor forma, cierto. Pero también lo es la afirmación de que en ocasiones puede convertirse en un río que nos arrastra, nos da un cauce seguro y nos lleva de un punto a otro sin que tengamos tiempo de pensar demasiado en el camino. 

Habitualmente, para muchas mujeres (casi todas) esta rutina está definida por un sinfín de tareas: trabajo, hogar, cuidado familiar, logística, y una larguísima lista de responsabilidades y elementos pendientes a los que atender. 

En este ritmo constante, organizado, necesario y tan absorbente, cuando por un momento podemos parar y tomar consciencia, mirar a nuestro alrededor y ver todo el camino recorrido, todo lo que aun se espera de nosotras, en ocasiones nos preguntamos: "¿Dónde quedo yo?".

Si la respuesta a esta pregunta te genera un nudo en el estómago, este artículo es para ti. 

Sabemos que la rutina no tiene por qué ser una cárcel, ni un enemigo a abatir, todo lo contrario, está ahí para organizar un mundo que de otro modo sería realmente caótico. 

Es una cuestión de enfoque, de aprovecharla a nuestro favor y no de asfixiarnos en ella. Puede ser un lienzo en blanco sobre el que pintas tu vida, manteniendo tu identidad personal intacta.

La invisible erosión de la identidad

A menudo, el rol de cuidadora y gestora familiar es asignado a la mujer, bien de forma sutil o simplemente de manera explícita. Esto nos lleva a asumir lo que en psicología social se conoce como la "carga mental": la atención constante, esa planificación invisible, el recordatorio de las citas médicas, los cumpleaños, la lista de la compra, vacunas, acudir a las reuniones del colegio...y tanto por nombrar.



La profunda verdad detrás del "estrés de la rutina"

No se trata solo de mostrar tu capacidad para gestionar de forma eficiente una lista de tareas. Es un estrés constante, una fuerza silenciosa que erosiona gradualmente la identidad. 

Poco a poco, tu "yo" se fusiona con tu rol de madre, profesional, hija o esposa, y tu valor personal empieza a medirse por lo que haces por los demás, no por quién eres por ti misma. La rutina deja de ser tu aliada, de algo que tú eliges como organizar, para convertirse en algo que te consume, te absorbe y te exige más de lo que eres consciente, y poco a poco, desdibuja tu esencia.

Desde un enfoque más profundo, esta pérdida de identidad no es solo una cuestión de tiempo o de tareas. Es un fenómeno psicológico que implica a la autoestima y la autoeficacia. 

Al vivir constantemente en función de las necesidades ajenas, dejamos de atender nuestras propias señales emocionales y necesidades. Nos desconectamos de nuestro "self" genuino para ser lo que se espera de nosotras.

Es al quedamos atrapadas en esta espiral de obligaciones y debo's, cuando corremos el riesgo de desarrollar lo que se conoce como "agotamiento por rol".

No es solo cansancio, es la sensación de sentirte vacía, de que tus anhelos, tus sueños, en una palabra: tu identidad se ha disuelto en una serie de obligaciones. 

Esta desconexión puede manifestarse en que nos visite l¡a ansiedad, irritabilidad, o una tristeza que no sabes por qué se ha instalado dentro de ti. 

Por eso, reinventar tu rutina es más que organizarte; es un acto de rescate de tu propio ser.

Cinco claves para reinventar tu rutina y recuperar tu identidad

La idea no es dar un giro radical a tu vida que haga tambalear todo lo que te rodea, sino buscar la mejor forma de lograr un cambio gradual y consciente. Se trata de pasar de la mentalidad de "maratón" a la de "diseñadora" de tu propia vida. 

Aquí te ofrezco cinco estrategias para lograrlo, pero recuerda que necesitan de tu implicación, no es magia:

1. Haz un inventario de tus sueños, tu deseos, en definitiva de tu esencia  (más allá de tus roles)

Tómate un momento para hacer una pausa y reflexionar. Coge papel y lápiz y responde a estas preguntas (o hazlo en tu mente):

  • ¿Qué me hacía feliz antes de entrar en esta dinámica de vida?

  • ¿Qué es lo me apasione sin que esté relacionado con mis responsabilidades?(justo, eso que te apasionaría hacer si de repente desaparecieran todas tus responsabilidades)

  • Si pudiera tener una hora a la semana solo para mí, ¿Cómo la emplearía?

Identificar tus intereses, talentos y valores personales es el primer paso para recordarte quién eres, y qué te gustaría hacer por tí cuando no estás haciendo nada por los demás.

2. Domina el arte de decir “no” y “sí”

Poner límites es un acto de amor propio y de protección de tu identidad. Aprende a decir "no" a las peticiones que no son tu responsabilidad, no son necesarias y/o que te restan energía y no aportan nada a tu bienestar.

Pero, tan importante como el "no", es el "sí". Di "sí" a las actividades que te gustan, te producen bienestar, te nutren. Aunque sean pequeñas: a una siesta de 15 minutos, a un café tranquilo, a leer un capítulo de tu libro favorito. Di "sí" a tu persona cuando necesita atención y cuidado.

3. Inyecta “dosis de identidad” en tu día a día

No esperes a encontrar momentos especiales como las vacaciones o el fin de semana para conectar contigo misma. Las grandes reinvenciones se construyen con pequeños actos diarios.

¿Te gustaba pintar? No necesitas un estudio; dibuja en un cuaderno 10 minutos

¿Te encanta la música? Ponte tu playlist favorita mientras cocinas. 

Son estas microdosis de tu identidad las que te recuerdan quién eres y mantienen viva tu esencia.

4. Practica la corresponsabilidad real

Si tienes una pareja o familia, es vital que la carga invisible se haga visible. Habla abiertamente sobre la planificación, la organización y el cuidado emocional. 

Explica que tu tiempo libre no es un "capricho", sino una necesidad para tu salud mental y, por tanto, para el bienestar de toda la familia. 

La corresponsabilidad no es "ayudar", es "compartir". Y compartir de verdad implica que la otra persona también se haga responsable de la gestión mental de las tareas.

5. Permítete la imperfección

La búsqueda del perfeccionismo en la rutina es una de las mayores trampas para la identidad. Te exige tanto que no te deja espacio para ser. 

Descubre que una casa no tiene por qué estar siempre impecable, que las comidas pueden ser más sencillas y que no pasa nada si no llegas a todo. Mañana va a salir el sol igualmente.

La vida es caótica por naturaleza; abrazar la imperfección es un acto de liberación.



Un cierre para volver a empezar

Reinventar una rutina que nos ayude a ordenar el día a día sin perder la identidad no es un destino, es un viaje continuo de autoconocimiento y de conciencia. 

Es un recordatorio de que tú eres la autora de tu propia vida y que cada día tienes el deber de poder de elegir quién quieres ser, más allá de lo que tengas que hacer.

A veces, la sobrecarga es tan grande que el camino de regreso a nuestra esencia parece imposible de transitar solas. 

Si te sientes abrumada, si notas que la rutina ha borrado a la mujer que eras, o si simplemente buscas herramientas para gestionar mejor esta transición, no tienes por qué hacerlo sola. Estoy aquí para acompañarte en este proceso. 

Te ofrezco un espacio seguro para que descubras qué te ha llevado a este punto y para que, juntas, diseñemos las estrategias necesarias para que tu rutina vuelva a ser una aliada de tu bienestar. 

Cuidar de ti y de tu identidad no es un lujo, es la base necesaria para que puedas cuidar de los demás de una forma sana y sostenible. Y recuerda: si tú estás bien, todo a tu alrededor estará mejor.

egrau@cop.es

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